22 de enero de 2010

Violación.

Sintió como esas manos frías la mansillaban. Sabía que probablemente después de esto no podría volver a verlo a la cara, nunca más. Tendría que irse. Lejos. Donde no pudiera encontrarla y su secreto estuviera a salvo.

Llegaría despacio (podía ver en su mente cada paso sigiloso en la oscuridad), sin moverse apenas, protegiendo al silencio que la rodearía. Para eso tenía que dejar de llorar. Ni un ápice de lágrima, ni siquiera una mueca de dolor debía ser expulsada de su rostro, ni de su cuerpo. ¿Y si el dolor era demasiado fuerte como para resistirlo? No. Debía ser fuerte. Iba a ser fuerte.

Una vez adentro, sólo bastaba con tomar sus llaves, su cartera y… No, sólo eso necesitaba. En ella estaban los documentos, la tarjeta y algo de efectivo, con eso debería bastar.¿Pero dónde las había dejado?. ¿Estaban sobre el sofá, en la cocina, en la habitación?. Estaba segura que las llaves estaban sobre la mesada de la cocina, siempre las dejaba allí porque entraba por la puerta lateral… ¿Y su cartera?. Tenía que estar en la sala, si no recordaba mal, sobre el sofá; había sacado la medicina a la hora habitual y seguramente la dejó allí mientras se las daba a Guillo.

Si, eso es lo que haría, buscaría sus llaves y su cartera y se iría de allí para siempre. No podía detenerse a ver al pequeño, aunque hubiera dado su propia vida por besarlo en la frente una vez más. Tampoco podía acariciar su rostro por última vez.

La sola idea la desgarraba por dentro. El llanto la sofocaba.

En su mente las sonrisas de él y su hijo se formaban una tras otra, y se empañaban con las lágrimas. No faltaba mucho, ya el sufrimiento estaba por terminar. Intentaba concentrarse en esas cálidas miradas que siempre compartían, quería recordar cada momento, cada segundo, atesorarlo para siempre… pero el dolor no se lo permitía. No eran las lágrimas las que no la dejaban ver ya sus pensamientos, sino su propia sangre. No eran éstas las que la dejaban sin aire, sino aquellas manos gélidas e inmundas que le arrancaban la vida con cada roce. Sintió escalofríos, quiso gritar pero esas mismas manos ahogaron su alarido la golpeaban una y otra vez. Ya no pudo resistirlo, el dolor era más fuerte que su concentración. Ya no pudo ignorar lo que estaba sucediendo. Ya no quería luchar, quería que todo acabe e irse de allí corriendo, quería desaparecer.

¿Y si no podía hacerlo?. ¿Y si por mas que quisiera, ese beso en la mejilla, esa caricia que nunca les iba a dar, le impedían salir de allí?. Quizás lo que tenia que hacer era olvidar, enterrar todo esto en los meticulosos laberintos de su mente y simplemente olvidar. Quizás así podría volver a verlo a los ojos, quizás así podría seguir cuidándolo, dándole su medicina.

Si… iba a ser fuerte, iba a olvidar.

Estaba decidida. Justo en ese instante, las sonrisas de ellos le iluminaron el rostro, era la decisión correcta. Pero de inmediato algo más frío aún que aquellas asquerosas manos le generó un escalofrío que recorrió cada centímetro de su ser… luego comenzó a sentir su abdomen cálido… había terminado, pensó.

Si, había terminado. La pesadilla acabó. Solo que no podía caminar, no podía volver a casa. Ni siquiera podía mover sus brazos, o abrir sus ojos. No podía llorar. Solo sentía el frío acero que la desgarraba y su cálida sangre bañándola, brotando. En ese instante se dio cuenta de que ya no podría cumplir su cometido, que no los volvería a ver. Y todo el peso de la tristeza la aplomó contra el piso. Reunió sus fuerzas para gritar por última vez…




Y despertó. Era la hora de preparar el desayuno para Guillo.


Fluyen las palabras
después de tanto silencio
hieren las verdades
cuando desnudan tantas mentiras
se vuelve ingrata la realidad
con un soñador perdido
doloroso es caer
desde la cima al ardiente desierto
es duro comenzar de cero
habiendo tenido tanto
cuán difícil resignarse
para avanzar dejando atrás lo querido
que triste necesitar
y no hallar aquellas manos tendidas
es horrible no tenerte
después de que has estado siempre conmigo
es increíble reconocer
cuán valioso es todo
sólo después de haberlo perdido
Te extraño, los, las
es quizás tarde para decirlo
pero los quiero demasiado
como para aceptar la distancia
el tiempo
y que hasta aquí hemos llegado…

21 de enero de 2010

Cartas a Nadie I

Hola...

Quisiera realmente encontrar las palabras apropiadas para describir lo que siento en este momento… pero entre las lágrimas y el ardor en mí pecho se me hace bastante difícil.
Yo se que me advertiste, que me dejaste bien en claro que dejemos las cosas fluir, que dejemos al tiempo decidir… pero creo q vos también lograste darte cuenta de lo que a mí me estaba sucediendo… de que cada día que pasaba te encontrabas mas dentro mío que cualquier otro ser que se hubiera cruzado en mi camino.
Y las sensaciones encontradas que palpitan en mí en este momento me lastiman, me hieren y me duelen como nunca imaginé.
Quizás en el camino la magia que intentamos, o que evidentemente, intenté forjar nunca vio la luz, quizás las caricias se perdieron en las ausencias, o el sabor de los besos no duro el tiempo suficiente, o las palabras no bastaron para salvar las distancias. Quizás fue solo una caminata de una persona junto a una sombra, quizás el deseo no ardió en los dos, quizás la pasión no estaba en ambos cuerpos.
El trago amargo de haber construido una historia de a dos en mi inconsciente que en realidad nunca me involucró, la pena de descubrir que cada tonada que deseé fueran tus pensamientos fluyendo en compases hacia mi tenían otro destino, la impotencia de entender que la ilusión fue mas fuerte y se apoderó de mi cuerpo y mi alma; son gélidas guadañas clavándose en este preciso instante en cada centímetro de mi piel. Y desgarran las sonrisas, el brillo y la vida.
Y la ambigüedad entre desear no haberte conocido para no sufrir lo que sufro y la necesidad de recordar tu rostro en cada segundo, me marea, me pierde. Sentir la puñalada de las mentiras y las excusas disfrazando de fantasía la realidad y a la vez querer convencerme de que cada palabra y cada suspiro si fueron reales, son dolores incompatibles pero que a su manera me abruman y me destrozan.
Descubrí una persona maravillosa, la que yo invente quizás; soñé la armonía de los besos y la piel fundiéndose e intenté creerle a mi corazón.
Débil. Incauto. Crédulo. Iluso.
Ya no se cuál de todos fue el error más grave, cual fue el indicio para desprenderme de la coraza que me mantuvo a salvo tanto tiempo; pero esta vez la deje caer y ahora pago las consecuencias.
Te descubrí y aprendí a quererte, a extrañarte, me engañé a mi mismo diciéndome que eras la persona con la que podía arriesgarme de verdad…. Y lo único que logré es descubrir lo más básico… duele sentir, duele creer, duele soñar.
Te quiero y no puedo sentir otra cosa… pero me dueles como nadie, como nada. No resisto las entrañas desgarrándose y las esperanzas ahogadas en lastimosos pantanos de tristeza.
Y me odio por quererte, y me mutilo por creer que de verdad esta vez podía animarme a ser.
Y lo que más me duele es que pese a todo, se que te voy a seguir queriendo, porque así lo siento, por más empeño que ponga en tratar de entender que seguramente no sos real, sino que sos lo que yo quise que seas. Y extrañaré la comisura de tus labios rodeando los míos, y ese lunar en tu abdomen, y esa magia pura q desprenden tus sonrisas y que me hacen sonreír.
Con vos descubrí que puedo a brillar, ahora no se como enfrentar que mi luz se extingue.
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Cartas a Nadie es una costumbre que tomé desde muy chico, de escribir esas cartas difíciles, duras, dolientes, que muchas veces no me atreví o que quizás nunca tuve oportunidad de decir. Claro que han sido dirigidas a alguien, no hay modo de que todo el sentimiento vertido en ellas no tuviese alguien que haga las veces de receptor, pero la mayoría nunca vió la luz o llego a quienes se dirigían. Pongo ésta en particular porque sí vio la luz, sí llegó... y llegó porque se trató de un "Nadie" especial, muy especial para mí.

Ser en sí.


Había decidido tomarse unos días para sí mismo, por lo que las opciones que se presentaban distaban de ser adecuadas para alcanzar ese nivel de tranquilidad que tanto anhelaba: ni los amigos que tanta falta le hacían y extrañaba, ni la familia que siempre lo retrotraía a sus orígenes. Sabía que alejarse implicaba no sólo recorrer kilómetros, sino que debería hacer un esfuerzo más allá. Si pretendía reencontrarse, proyectarse, debía conseguir una distancia mental con lo cotidiano.
Debido a su obstinada necesidad de sociabilizar, menuda tarea le esperaba.
Entonces decidió, después de satisfacer esas necesidades primigenias con los lazos afectivos, encaminarse hacia dónde, probablemente, hubiera sido el último lugar al que recurriese. Regresó y permaneció en esa jungla hiperactiva de la que todos desean escapar en busca de sus voces interiores. Ese planeaba que sea su refugio, su lugar de paz. Cuando todos la abandonaran, estaría solo y dispuesto a desprenderse de la rutina, e incluso, intentaría abandonar una práctica que ya se había tornado en permanente en cada instante, intentaría no pensar…
Después de todo, se dijo, de esto se tratará a partir de ahora. De salvaguardar su ser de la vorágine que ocasionarían las decisiones ya tomadas.
Logró su cometido. Los segundos se hicieron minutos y éstos se convirtieron en horas. Su mente estaba despejada, o al menos lo suficiente como para poder detenerse en actividades que había dejado rezagadas.
Una mirada y una sonrisa extrañamente empalagantes, en medio del tumulto y el estruendo de una noche, lo arrojaron a una de sus pasiones adormecidas: la lectura más allá de lo específico, la lectura placentera de las emociones y la ficción. Pocos párrafos bastaron para seducirlo y transportarlo a las realidades subalternas que cada historia le proponía. Se trataba de un gozo que había permanecido quieto, oculto durante un largo tiempo. Y consumía vorazmente cada relato, cada sentimiento esbozado en letras que esos mismos ojos que lo despertaron habían visto nacer.
Fluyó como río por su cauce el tiempo inexistente hasta que algo lo detuvo. Embebido en la tarea incesante del disfrute, hubo algo que lo distrajo. Se encontraba leyendo justamente una de esas narraciones que describen los sentires de un determinado momento, y en ella leyo: “Me pregunto si alguien estará pensando en mí. Me desilusiono nuevamente. Tal vez será que he dejado de existir.” Tan sólo eso fue suficiente para que su travesía llegase a su fin.
De inmediato se preguntó, ¿alguien estará pensando en mí?.
Su teléfono llevaba horas, quizás días sin emitir sonido alguno. No lograba recordar cuál había sido su última frase pronunciada, ni hacia quién había sido dirigida. El tiempo ahora no volaba, se había congelado. ¿Realmente había dejado de existir?. ¿Cómo puede ocurrir algo semejante?.
¿Pueden las fantasías convertirse en realidad atemporal?. ¿Es posible desvanecerse en el proceso y dejar de existir para el mundo profano?.
¿Había alguien, siquiera una persona, por más lejana que se encontrase, que en ese momento estaba recordándolo?
Y de no ser así, ¿significaba eso que su existencia estaba agotada?. ¿Es que acaso existimos en la medida que de los demás seres nos otorguen o no existencia?.
Su cometido, estaba bastante lejos de ser alcanzado. Sí, había dejado atrás la rutina. Pero ya no existía.
No existía porque nadie estaba pensando en él. En ese preciso instante no era un recuerdo, no era memoria, no era nada. Solo era su propia esencia. Sólo él pensaba en si mismo.
Acongojado, quito la vista que ya no recorría los renglones para dirigirla a la inmensidad de la noche. Y en la visualización de una estrella perdida, al son de los silencios de la noche de verano, se dio cuenta.
Él pensaba en sí mismo.
Sí existía.
Claro que existía. Como no hacerlo, si el estaba pensando y reconociendo su propia existencia.
Al fin y al cabo, de él mismo dependía ser, no de cuántas personas le diesen existencia, sino de cuánto hacía el mismo por sí mismo. Y pensar en él, lo hacia, indefectiblemente ser, sentir, existir.
Después de todo, se dijo, ¿como demonios saber si alguien está pensando en mí?.
Sonrió. Regresó la mirada sobre el verso y continuó leyendo.

20 de enero de 2010

Muy cansado... pero contento!

Contento porque este año que termina fue muy bueno! Fue bueno porque crecí y aprendí mucho, porque tuve que enfrentarme a situaciones desconocidas y pude salir adelante airoso, porque conocí incontable cantidad de gente nueva, muchísimas buenas personas y otras cuantas bastante poco agradables, pero todas me enseñaron algo. Este año estuve lejos en distancia de mucha gente que siempre quise y tuve a mi lado, y aprendí a valorar esas pequeñeces que muchas veces no se disfrutan porque son parte de la rutina. Aprendí a querer de lejos y a extrañar de muchas maneras. Y este año también me acerque a mucha gente nueva. Gente que me ayudo a pasar esos momentos de tristeza, que me regalo sonrisas, palmadas, retos y hasta silencios que me dieron una mano. Conocí incluso a gente que fue la causa de esas tristezas. Este año aprendí cuanto duelen al corazón las mentiras, cuanto cuesta superar un adiós, cuanto duele querer de manera especial. Pero también aprendí a ser más cauto, a valorarme mucho más. Aprendí a olvidar, y a perdonar. Y aprendí a querer de una manera que no sabía que podía, con una intensidad que desconocía!. Descubrí que los esfuerzos muchas veces son en vano… sólo si lo miramos desde una única perspectiva, porque cuando giras la cabeza y te corrés de ese lugar, lográs ver todo lo que conseguiste en base a ellos, aunque eso no fuera lo que deseabas exactamente. Este año viaje muchísimo, y si bien los colectivos ya me sacan ronchas de sólo verlos, cada destino al que arribé fue una gran alegría. Conocí Paris!!!. Este año me volví a enamorar de lo que hago. Este año fortalecí mis principios y valores. Este año aporté a cosas que son mucho más grandes que yo. Este que termina fue, definitivamente, un año muy diferente en mi vida… y estuvo bueno!!! Me reí, me aburrí, me entretuve, me divertí, quise, me quisieron, perdí, gané, sufrí, lloré, fui chiquilin, maduré, tuve problemas, cree soluciones, tuve bronca, tuve satisfacciones. Me equivoqué, me caí, me levanté, avancé, retrocedí. Coseché éxitos, me sobraron fracasos. Fui egoísta y fui generoso, fui superficial y fui consciente. Te conocí, te perdí, me puse triste y después me alegré. Te tuve, me alejé y nunca nos perdimos. Hice amigos, y seguro muchos aprendieron a no quererme (ese ya no es mi problema). Elegí hacer cosas que me hagan bien, ocuparme de lo importante, de lo urgente, de lo productivo. Este año quise mucho más a mi familia aunque fue el año que menos la pude disfrutar por la distancia. Este año que paso, fui humano, viví! Así que sí… pese a todo, todo valió la pena, porque este fue de verdad, un buen año!! A quienes quiero, a quienes me quieren, les pido Perdón primero, por a veces no poder estar a tu lado, y Gracias, muchas Gracias de verdad por ayudarme a ser quien soy. Brindo porque el año que viene sigamos juntos, cerca, amigos. A quienes no me quieren… les deseo que aprendan a ocupar su tiempo en cosas más productivas, quizás así algún día podamos estar cerca, y por que no, riéndonos juntos. Y el año que viene… que venga, lo voy a enfrentar, lo voy a disfrutar, lo voy a vivir!!! Espero encontrarte ahí! Felicidades!!! Muy buen 2010 para todos ustedes!

Poema de a dos...


Buscamos un código

que descifráramos

de manera natural …

Qué mejor

que traducir Amor

en palabras …

Necesito

fusionar

tus labios con los míos

navegar

en el laberinto de tu mirada

mezclar

tus azules y mis grises

recuperar

mis sueños de las sombras

diluir

mi melancolía en tu piel

traducir

mis emociones en palabras

desvanecer

mi nostalgia en tu sonrisa

Abrigarme en tu alma

y comprender

las nociones básicas

del mundo

la vida

y el amor.

Ilusiones Perdidas

Caminaba ya sin saber por dónde. Sus pies chapoteaban en el pegajoso lodo haciendo aún más arduo el andar. La lluvia, el viento, los relámpagos; nada parecía importarle. Su mente ya no estaba en el presente, su universo era desconocido hasta por él mismo.

Pensaba en los buenos momentos que había vivido, en las cosas que él pensó lo habían hecho feliz. Recordó lo bien que se había sentido cuando por primera, primera y única vez; le había dicho gracias, cuando lo abrazó y aquél día en que lloró frente a él, sin máscaras, demostrando sus verdaderos y ocultos sentimientos. Le quería, le quería mucho, demasiado; pero, las cosas cambiaron…

De pronto se sintió débil y tropezó. Escuchó no muy lejos de allí la inocente carcajada de un niño, supo que quizás estaba burlándose de él, pero aún así se puso de pie y continuó. Ni siquiera se preocupó por quitarse el lodo de su rostro, las lágrimas lo limpiarían, pensó. Y si así no fuera, qué más daba, no sería necesario. Estaba mareado, cansado, era consciente de que las pastillas que ingirió estaban haciendo efecto y de que ya era tarde para volver atrás.

Sonrió al rememorar las cosas que habían hecho juntos, las veces que se habían ayudado mutuamente, las extensas y extravagantes charlas que hubieran compartido. Sonrió pero lloraba, lo que él creyó eterno e inquebrantable se tornó pasajero e inestable. El muro fue derribado, el agua dejó de correr por el sediento lecho del río de los sueños, sus ilusiones no fueron ya más que vanas brisas de otoño que pasan y se van para nunca más volver, su confianza la enterró en lo más profundo de algún lugar sombrío dentro de sí, ya no creía en nada, solo deseaba dejar todo en el olvido y acabar con su dolor.

Casi sin darse cuenta de que el tiempo había pasado y que el mundo había continuado su agitado ser mientras él deliraba buscando una salida, una puerta de escape del laberinto del su destino, llegó al lugar que había elegido para despedirse del preciado don de la vida, el cuál muchos quisieran poseer mientras que él sólo deseaba tirarlo a la basura. Allí vio más de una vez el sol ocultarse, allí fue más de una vez a pensar y a tratar de dejar de lado los insignificantes problemas de adolescente que lo atormentaban. Ahora estaba en ese mismo lugar para dejar de sufrir.

Levantó la vista y vio por última vez el cielo. Lo había visto de muchas formas a lo largo de sus escasos años. Radiante de luz, con enormes nubes blancas, de color celeste furioso, gris y tormentoso, empapado de estrellas, compañero de la solitaria luna y cada vez que lo veía deseaba poder volar para llegar hasta él. Estaba apunto de hacerlo, iba a volar.

Respiró el último hilo de aire puro y pensó que muchos deberían envidiarlo por poder llenar sus pulmones con oxígeno limpio, sin venenos.

Allí gritó por última vez con las pocas fuerzas que le quedaban, arrepintiéndose y pidiendo una nueva oportunidad.

Allí se dio cuenta que todo esto era la estupidez más grande que jamás hubiera cometido, pero era ya demasiado tarde, no era posible olvidar todo y empezar de nuevo. Cometió un error y nunca podrá remediarlo.

Y allí lo encontraron… días después, tendido en el suelo, con el rostro y su cuerpo completamente cubiertos de lodo reseco.

La vida perdió una nueva batalla, y el mundo continuó su agitado ser.

La muerte volvió a vencer y agregó un nuevo espécimen a su colección de almas desahuciadas.


No he escrito muchos cuentos, y éste particularmente, es uno de esos muy pocos. Lo escribí hace ya muchos años, cuando tenía 17. (uffff cúanta agua que pasó bajo el puente ya!). Lo elegí para ponerlo como primer entrega, porque de alguna manera representa emociones tan lúgubres como lejanas, y que afortunadamente nada ya tienen que ver conmigo. El camino se hizo cada vez más complejo, pero yo fui cada vez más fuerte...

a fojas cero


Éste es el primer párrafo, de muchos, probablemente.

No se si buenos o malos párrafos, pero seguramente auténticos.

La vorágine cotidiana, el abrumador paso de los segundos incesantes nos lleva muchas veces a perdernos detalles, momentos, emociones, verdades. Intentaré retener todos aquellos que pueda en estas publicaciones, y compartirlas. 

Y de eso justamente se trata éste, Mi Espacio. De un Universo que quiero compartir...

Pretendo dejar plasmados aquí esos segundos / minutos / horas que no estoy dispuesto a perder. Porque son parte de mí, porque me hacen quién soy de una manera tan profunda y humana que muy pocas veces puede ser explicada.

Cosas nuevas, cosas viejas, poesías, cuentos, relatos, anécdotas, pensamientos... lo que en ese momento quiera compartir, lo voy a dejar acá, al alcance de quien quiera recibirlo, de quien quiera disfrutarlo.