¿Cuantas veces puede desgarrarse la ilusión,
sin que las secuelas sean permanentes?
¿Cuándo es conveniente dejarlo de intentar?
¿Se aprende?
¿Uno sabe cuando ya no le quedan más lágrimas?;
¿o acaso siempre hay más?
Cuántas preguntas, para tan pocas respuestas.
Habrá que secar nuevamente las mejillas húmedas
dar vuelta la página
y seguir.