14 de agosto de 2013

Sanar

A veces no llegas a darte cuenta de lo profundo que se esconde el dolor.
Ni de lo intensa y desgarradora que es la soledad.
A veces necesitas detenerte
y mirar, cuidadosamente,
cada una de las pequeñas grietas de la coraza
que te mantiene fuerte y erguido.

A veces una pausa puede salvarte la vida,
y una lagrima apagar un incendio,
igual que el llanto acallar la explosión.

A veces necesitas tiempo,
entender, descubrir,
o tan solo llorar
y comenzar a sanar.

Lo que hiere permanece silencioso
por más fuertes y robustos que parezcamos,
firmes, sobre nuestros pies,
con la cabeza en alto y la sonrisa de escudo.

A veces necesitas escaparte de las garras del vacío,
pedir a gritos ayuda
y quizás, tan solo y en silencio, dejar que te levanten
y te ayuden a andar.

A veces el miedo y la soledad son más fuertes que la voluntad.

A veces lo incierto asusta,
y lo certero se desvanece,
se esfuma ante tus ojos,
que se nublan, se inundan

A veces necesitas tomarte el tiempo necesario para sanar.
Al menos, aquello que aún está a tiempo de poderse curar.

13 de agosto de 2013

Memorias...

Saborear el pasado conlleva exponerse a que lágrimas, alegres o tristes, afloren. Y mientras éstas comienzan a hacer cristalinas las miradas, sonrisas cómplices, con las memorias que nos invaden y recorren, se deslizan imperceptibles primero hacia un lado, luego hacia el otro. 
Una palabra, una imagen, un acorde pueden ser los catalizadores de ríos completos de nostalgia, de torbellinos de recuerdos que se suceden cual secuencia filmográfica, reproduciéndose frente a nuestra mirada perdida en la nada.
Todos venimos de algún lugar. 
Y no importa cuan feliz o triste, cuan luminoso o lúgubre ese lugar haya sido... siempre habrá un instante, un sonido, un rostro, un deseo, un suceso que nos haga sonreír. Y calro, siempre habrá alguno que nos haga llorar.
La nostalgia tiene eso. 
Es entrañable, y a la vez, detestable. 
El pasado siempre tendrá matices, como el presente, y como sin dudas será el futuro. 
Los absolutos son inventos de aquellos que se resisten a asumir que la realidad son porciones. Porciones de alegría y porciones de felicidad, que en suma, dan forma a una existencia. 
La nostalgia tiene eso. Nos hace humanos. 
A los soñadores los arrastra hacia la realidad. A los pesimistas les demuestra que también pueden sonreír. 
La nostalgia tiene eso... nos hace latir. 

Hoy fui su presa. Y lloré. Y sonreí.