9 de mayo de 2014

soledades

Latir incesante
ardiente y desesperante
las lágrimas no bastan;
entregarte al abismo es el consuelo.

¿Es el consuelo?
¿O es la derrota?

Inhalar
deseando que el fuego recorra tu cuerpo
y te abrace,
y te invada,
y te abrigue.

Abrir los ojos
perderte en el vacío
sofocarte en la nada
dejando que el precipicio te engulla.

¿Cuánto has de andar?
¿Cuánto, antes de llegar?