16 de mayo de 2023

Confesión de parte.

 


Confesión de parte.


Con lágrimas que queman mis mejillas

confieso:

todo ha sido una inmensa mentira. 

He sido víctima y victimario. 

No ha sido poco traumático enfrentar esta verdad,

pero es más doloroso seguir ocultando que revelar. 

La negación y el rechazo

a la idea del querer

son sólo máscaras que me han mantenido a salvo.


Llevo mucho tiempo roto.

He pasado demasiados años escondiéndome

de los sentimientos

y de las oportunidades. 

Como todos, supongo, alguna vez he salido herido en las cosas del querer.

Como muchos, probablemente, no he podido sobreponerme.


La confianza resquebrajada en mi propio existir,

el miedo a sentir libremente,

a exponer mis emociones al escarnio de las posibilidades,

me han retenido detrás de una nebulosa ficticia de autosuficiencia,

en la que me he empeñado en fingir que no necesito

ni besos ni caricias, ni cariño, ni una consideración especial. 


Eso es lo más difícil de asumir: hacerte consciente de que en tu interior siempre sientes, de lo dañado que estás, que no merecés ser amado. 


Y así huyes.

Siempre corres.

Siempre asustado.

Siempre minimizado.

Siempre inseguro. 

Y así mientes, te mientes. Y te escondes. 


Pero ningún plan es perfecto, y ninguna mentira es eterna. 

A veces, sin planearlo,

llegan personas a tu vida que te agitan la existencia,

que truncan todos tus macabros planes de autosaboteo. 

Y te despiertan. 

Y te hacen sentir. 

Y la maraña de emociones turbulentas sacude hasta lo más profundo de tu ser. 


Y descubres que sí,

que quieres, que deseas,

y que en realidad lo que te derrumba es el miedo. 

Ese miedo constante y latente a exponerte al dolor.

A un dolor que te lastima hasta inutilizarte,

hasta debilitarte y vaciarte de ilusiones.

Ese miedo que te invisibiliza y te hace débil,

incapaz de ver tus propias virtudes,

porque solo ves la oscuridad que lo cubre todo siempre. 


Y te acosan permanentemente preguntas sin respuesta.

¿Cómo desarticular tantas ideas e inseguridades autoconstruidas?,

¿Cómo enfrentar el miedo y animarse a salir de detrás de tus propios muros de seguridad?. ¿Cómo exponer tu corazón cuando llevas tanto tiempo alejándote de sus propios latidos? 


No, esta confesión no tiene, ni busca tener una conclusión. 

Solo es una maldita confesión de una verdad que me desgarra por dentro:

tengo el alma dañada y temerosa del amor. 

Y sé que el tiempo corre, y se agota. 

Y sigo sin tener idea de qué hacer con todo esto.